Amo a Félix Vallotton. Tenía esa habilidad única de representar la intimidad y el misterio de los lugares y eventos diarios. Al igual que Hopper. “Algunas noticias que van a sorprenderte: Voy a casarme. Me casaré con una dama que conozco y aprecio desde hace mucho tiempo, una amiga, una viuda con tres niños. Tiene suficientes medios como para mantenerse a sí misma y a sus hijos, y con lo que yo gane, lograremos vivir fácilmente. Y además, la familia cuidará de los niños, y estoy seguro de que ello será una poderosa ayuda para mi carrera. Son comerciantes de arte.” Esta es de alguna manera la forma cínica en la que, a principios de 1899, Vallotton anunció su matrimonio con Gabrielle Rodrigues-Henriques, la hija de Alexandre Bernheim. El resultado de esta unión tan racional no tardó en llegar, y Vallotton pronto encontró sus obras exhibidas en la galería de sus cuñados, Josse and Gaston Bernheim. Hasta 1902 – 1903, Valloton realizó muchas pinturas de su mujer y sus hijos, así como de las variadas amistades de su mujer. Aquí, Gabrielle está jugando a las cartas con su madre y su tío. Pero ¿Por qué, en esta composición inusual, el sujeto queda relegado en segundo plano, a una distancia casi inaccesible? Todo el primer plano es ocupado por una mesa de forma ovalada, compuesta con rabate, y con una lámpara de proporciones exageradas. En este momento, las relaciones de Vallotton y la familia de su esposa comenzaron a deteriorarse. Además, no pasaría mucho tiempo antes de que el pintor se rehusara a vender sus pinturas a sus cuñados.




El Juego de Poker
óleo sobre lienzo •