Hoy, miércoles, en “Thoughts on Art” (Pensamientos sobre Arte), presentaremos una breve historia de lo diferente que se puede presentar un tema. El relato de la decapitación de Holofernes por Judith. Se da en el Libro deuterocanónico de Judith y es el tema de muchas pinturas y esculturas de los períodos del Renacimiento y del Barroco. En la historia, Judith, una hermosa viuda, tenía permitido entrar a la tienda de Holofernes por el deseo de éste hacia ella. Holofernes era un general asirio que estuvo a punto de destruir la casa de Judith, la ciudad de Bethulia. Rendido por la bebida, se desmaya y es decapitado por Judith; su cabeza fue llevada en una canasta (a menudo se dice que fue cargada por una sirvienta anciana). El Libro de Judith fue aceptado como canónico y, por lo tanto, las imágenes de Judith eran tan aceptadas como las de otras mujeres bíblicas. Sin embargo, en el cristianismo inicial, las imágenes de Judith estaban lejos de ser sexuales o violentas: por lo general, se la representaba como "una modelo de Virgen rezando o de la iglesia o como la imagen que pisa a Satanás y destruye el infierno". Cambió radicalmente en el siglo XIX, cuando Judith se volvió más erótica, a menudo echada desnuda. Aquí, Vasari muestra a Judith como una mujer de gran fuerza y poder. La postura vigorosa de Judith, sus músculos abultados y su disfraz militar realzan su victoria.




Judith y Holofernes
óleo sobre lienzo •