Esta pintura muestra una de las vistas más queridas de Monet: el puente japonés en su jardín en Giverny, Francia. A lo largo de su carrera, Monet pintó una serie de diferentes paisajes u objetos como álamos, pajares o la fachada de la catedral de Rouen. Del mismo modo, su obsesión con los motivos en diferentes momentos del día lo convirtió en uno de los impresionistas más notables.