Autorretrato en un Espejo Convexo by  Parmigianino - c. 1524 Kunsthistorisches Museum Autorretrato en un Espejo Convexo by  Parmigianino - c. 1524 Kunsthistorisches Museum

Autorretrato en un Espejo Convexo

óleo sobre panel convexo •
  • Parmigianino - 11 de enero de 1503 - 24 de agosto de 1540 Parmigianino c. 1524

No sé si lo saben, pero hoy es el día #museoselfie, los visitantes de museos, curadores y directores de todas partes del mundo se tomarán selfies en museos. Es un proyecto de Twitter que tiene como fin concientizar al público sobre las grandes colecciones albergadas por los museos alrededor del mundo. Por ello, en el día de hoy, los invitamos a disfrutar de la obra de Parmigianino (la cual podemos decir que es una selfie, ¿no lo creen?) y no olviden compartir su #museoselfie en Twitter! :) Giorgio Vasari escribió en su libro “Las Vidas de los Artistas” sobre Parmigianino, quien tenía diecinueve años: “Luego surgió en él el deseo de ir a Roma, y allí oír a los hombres elogiar las obras maestras, especialmente las de Rafael y Miguel Ángel. Les contó su anhelo a sus tíos y ellos aceptaron al ver que su deseo era digno de elogio. Pero le aconsejaron llevar algún trabajo con él para así presentarse a los artistas. Esto le pareció una buena idea. Así Francesco pintó tres pinturas, dos pequeñas y otra de gran tamaño.  Además, un día, investigando las sutilezas del arte, comenzó a dibujarse a sí mismo cuando se vio reflejado en el espejo convexo de un barbero. Hizo una bola de madera con un tornero, la partió a la mitad, y comenzó a pintar todo lo que veía en el vidrio. El espejo agrandaba todo lo que se encontraba cerca y disminuía el tamaño de lo lejano, y por esto pintó su mano un poco grande. El retrato de Francesco en la bola parecía algo divino, con un rostro muy hermoso y más parecido a un ángel que a un hombre. La obra fue un éxito. El brillo del cristal, cada reflejo, la luz y la sombra eran tan reales que nada más podía esperarse del intelecto humano. Terminó y empacó su pintura junto con el retrato, y partió hacia Roma acompañado por uno de sus tíos. Tan pronto como el Canciller del Papa observó sus trabajo, lo presentó a él y a su tío al papa Clemente, quien al ver las obras producidas y al ver lo joven que era Francesco, quedó atónito. Finalmente, su Santidad le encargó a Francesco que pintara la sala papal.” La obra fue dada al Papa Clemente VII como un obsequio por el mismo Francesco.