Forain hizo una estricta separación compositiva entre los reinos de la ilusión (el intérprete) y la realidad (el espectador) en La Caminante de la Cuerda Floja. La artista se balancea precariamente sobre la multitud, su peso obliga a la cuerda a ceder hasta que casi toca las cabezas de sus admiradores. Ella no tiene una individualidad especial y parece totalmente inconsciente de su entorno. En cierto sentido, ella es una muñeca escénica, ignorada por todos menos unos pocos en la audiencia que pasean debajo de ella. Ella es el equivalente en el carnaval de los bailarines de ballet de Degas, vestida como ella con un tutú y zapatillas de ballet, a pesar de la relativa vulgaridad de su habilidad y su público. Donde las bailarinas de Degas se esfuerzan por no tener peso, la Caminante de la Cuerda Floja de Forain equilibra su peso para que pueda mantenerse por encima de la multitud; y el artista la capturó precisamente en el momento de su triunfo.




La caminante de la cuerda floja
óleo sobre lienzo • 46.2 x 38.2 cm