Esta pintura del siglo XVIII fue la pintura más cara de la Tierra en ese momento. En 1754, Augusto III de Polonia compró la pintura por un valor entre 110,000 y 120,000 francos. Pero valió la pena: la pintura ha sido aclamada como "suprema entre las pinturas del mundo" y "divina". Hasta el día de hoy, los pequeños querubines son uno de los motivos artísticos más reimpresos.


La Madonna Sixtina
Óleo sobre lienzo • 265 × 196 cm