La semana pasada, en Pensamientos de Arte de los Miércoles, nos embarcamos en algunas experiencias hopotéticas para entender la perspectiva sobre utilitarismo de Jeremy Bentham. Su aproximación matemática permite medir las consecuencia de las acciones, y así determinar su valor considerando la cantidad de placer y la ausencia de pena que brindan. De esta forma (con el ejemplo de la última semana) unas tortillas resultaron ser más valiosas que una pintura. En la ecuación de Bentham, el placer y el dolor están determinados en última instancia por dos cosas: la duración y la intensidad. Considerando que un mundo visto desde estos lentes binarios pudiera llevar a una vida superflua, sólo ocupada con evitar la pena y perseguir simples placeres, es que Stuart Mill confrontó esta perspectiva con otro elaborado experimento, y también un poco bizarro. Seguramente hoy no te levantaste sintiéndote como si fueras una ostra, pero a los efectos del experimento de Mill, hagamos de cuenta que podría ser: si pudieras elegir entre la vida de una ostra inmortal, nunca sintiendo ningún dolor: o la vida de Henri Matisse (originalmente el experimento se hizo con el compositor Joseph Haydn), expuesta a los mayores niveles de placer de la creación, y a las pena del sufrimiento y de la muerte, qué vida eligirías? Bajo el postulado matemático de Bentham, dado que las variables en la ecuasión son la duración y la intensidad, la existencia de la ostra sería preferible: su duración infinita excedería la intensidad de la vida de Matisse. Considerando lo absurdo de este resultado, y la decadencia en una existencia sensualista es que Mill distingue dos placeres: Placer Superior e Inferior – siendo los placeres corporales inferiores a los intelectuales. Artur Deus Dionisio Btw. Hoy es un día #museumselfie – no te olvides de postear tu selfie con el hashtag en tu cuenta de social media:) Nos encontramos mañana!




Naturaleza muerta con ostras
óleo sobre lienzo •