Albaydé se inspiró en el poema “Fragmentos de una serpiente” de Victor Hugo. Su final prístino, líneas bruscas y gama de colores sobria colocan a Albaydé de Alexandre Cabanel en el corazón de la excelencia académica. De hecho, Cabanel fue uno de los últimos entusiastas académicos comprometidos en mantener las restricciones y jerarquías de la Academia frente a los desafíos radicales a los que fue sometida por Gustave Courbet, entre otros. Durante 1963, Cabanel no permitió exhibir en el Salon obras de Édouard Manet y muchos otros, lo cual derivó en la creación del Salon des Refusés (el Salón de los Rechazados). Era también un gran opositor del Impresionismo, nadie es perfecto.
En el poema, Victor Hugo ansía “los hermosos ojos de gama de Albaydé”. De una manera que recuerda mucho a los desnudos reclinados de Ingres, Cabanel ha retratado la letárgica figura de Albaydé como un objeto de placer visual, y también como una alegoría. Albaydé fue pensado como parte de un tríptico, cuyo tema era la precariedad de la transición de la juventud a la vida adulta. Albaydé representaba la inocencia de la juventud echada a perder. La representación de una cortesana de Oriente seductora aunque desalineada es muy convincente, en el sugerente especio de tal vez de un sofá árabe, un harén o un fumadero de opio.