Esta es la imagen con la que Rousseau hizo su debut en el Salon des Indépendants. Fue una obra maestra de su tipo y un impresionante comienzo para el artista. Típico a su estilo, todo se dibuja de forma literal y deliberada: cada rama de los árboles es trazada, las nubes tienen una curiosa solidez y presta mayor atención a los detalles del traje que a las figuras mismas.
La pintura era un poco diferente a los patrones normales de jungla de Rousseau. Muchos críticos no estaban seguros de cómo interpretar la pintura, ya que presenta personajes extraños en un área que se ve oscura y lúgubre. Un aire de misterio impregna este paisaje de bosque invernal. Una pareja solitaria se para frente a árboles estériles, vestidos con disfraces festivos de carnaval. Las figuras parecen brillar desde dentro y no con la luz de la luna, ya que extrañamente ha dejado el bosque en oscuridad. Una inexplicable cara se asoma desde la cabaña vacía al lado de las figuras, y una inesperada e incongruente lámpara brilla cerca.