El cuadro muestra dos monos encadenados a un aro de hierro, sentados en el interior de una ventana abovedada. Es evidente que los dos tristes animales han acabado resignándose a su destino trágico. Uno está encuclillado en el suelo, con su espalda doblada hacia delante y la mirada perdida, mientras que el otro tiene la mirada fija en el espectador. Estos prisioneros desolados, provenientes de la jungla, son representados con exactitud científica después de ser importados desde África. Los monos son emblemáticos en la función imitativa del pintor, al mismo tiempo que denotan la estupidez humana. Tras ellos se observa un paisaje abierto y visto sin transición, inundado por la luz diurna, como si estuviésemos observando desde un mirador. La ciudad de Antwerp se deleita bajo un pálido cielo azul.


Dos Monos Encadenados
óleo sobre madera •