Arnold Böcklin
El contraste entre la brillante y luminiscente Diana, diosa de la caza y paladina de la castidad, y los faunos peludos que la vigilan, lascivos y horribles a la vez, no podría ser más impresionante. Sus manos se encuentran casi al centro de la pintura, pero el fauno de atrás apenas si logra sujetar a su compañero. De esta forma, la frágil oposición de la Diosa y la criatura de la naturaleza, de la pureza y el instinto, de lo sublime y lo grotesco se refuerza, lo que añade, además, la estimulación de estar contemplando algo prohibido. Por su parte, la figura parcialmente descubierta de Diana da continuidad a la larga tradición de figuras femeninas reclinadas, como la Venus dormida. Böcklin pintó esta obra bajo la influencia de los colores preferidos en el Renacimiento temprano italiano. De igual manera, pintaba paisajes en la Academia de arte de Düsseldorf y es recordado como el principal representante del arte idealista-simbólico del siglo XIX.
¡No olvides que es la semana de nuestro quinto cumpleaños! Si te lo has perdido, solo desplázate a la izquierda. ;)
Zuzanna