Los primeros santos cristianos de la Antigua Roma siempre han generado gran interés, y Santa Balbina, cuya historia no es muy clara, reúne muchos de los aspectos más fascinantes del saber más antiguo de la fe. El padre de Balbina fue Quirino, un tribuno romano, que encarceló al Papa Alejandro I debido a su fe a principios del siglo II. Luego, cuando Quirino se enteró que las cadenas del papa habían sido milagrosamente abiertas, prometió convertirse en cristiano si el Papa lograba curar a su hija de un tumor que tenía en el cuello. El Papa Alejandro instruyó a Quirino y Balbina a buscar las cadenas que habían sostenido a San Pedro antes de su muerte. Y luego de tocarlas, Balbina fue curada. A partir de ese momento, Quirino y su familia fueron bautizados, pero en 116, Quirino fue ejecutado por su nueva fe cristiana. El destino de Balbina es aún incierto, ya que en algunos relatos se dice que fue decapitada junto a su padre. Sin embargo, muchos creen que fue arrestada en 130 y ejecutada luego de convertirse en virgen.
Los relicarios son recipientes esencialmente creados con el propósito de guardar partes de los cuerpos de los santos y ocasionalmente, otros elementos que pertenecieron o estaban asociados a ellos. Muchas veces eran moldeados con la forma de la parte del cuerpo que contenían, como en este caso: este relicario fue intencionalmente creado para sostener el cráneo de Santa Balbina. Los relicarios de este estilo generalmente se encontraban exhibidos en iglesias o capillas pertenecientes a familias y eran veneradas por los fieles, muchos de los cuales realizaban prolongadas peregrinaciones para visitar sus santuarios. Este relicario, a pesar de estar dedicado a un santo romano, fue claramente tallado y pintado con el estilo y moda del siglo XVI, y su hermoso color tiene la intensión de recordar la vibrante vida del sujeto. El relicario de Santa Balbina es prueba de la devoción que existía hacia los santos cristianos en la edad media y las extraordinarias obras de arte que fueron inspiradas en sus vidas.
- Stephanie Skenyon
Si quisieras ver otro relicario, echa un vistazo al de Thomas Becket en el artículo "Thomas Becket: La imagen de un santo inesperado".