Con esta obra maestra continuamos nuestra colaboración con el museo Mauritshuis de La Haya, gracias a la cual podemos publicar las obras de su colección durante los próximos tres domingos. ¡Disfrutad! :)
La joven nos mira por encima de su hombro, con la cabeza a cierto ángulo. Sus ojos verdiazules brillan, la boca está ligeramente abierta y los labios húmedos. Dos trozos de tela, uno amarillo y uno azul actúan como turbante. De su oreja cuelga un pendiente compuesto de una perla y es este gran ornamento, que sorprendentemente ocupa el centro de la composición, el que da nombre a esta pintura de Johannes Vermeer (1632—1675). La perla es demasiado grande para ser real; tal vez sea una perla de cristal barnizada para darle un acabado mate, aunque también podría ser producto de la imaginación de Vermeer.
La pintura es un clarísimo ejemplo de la virtuosidad de Vermeer. La cara de la joven está delicadamente modelada; no en gran detalle sino en transiciones graduales y pinceladas casi invisibles. Su ropa, representada de modo más impreciso, presenta pequeñas manchas de pintura que evocan la reflexión de la luz y le dan vida — uno de los sellos característicos de Vermeer. Aún así, se pueden diferenciar claramente los distintos materiales: las pinceladas gruesas del cuello blanco, por ejemplo, son bastante diferentes a la pintura seca del turbante, para el cual Vermeer usó un costoso pigmento ultramarino.
Sin embargo, el rasgo más característico es la perla, que fue generada con sólo unas pinceladas: en la parte superior izquierda vemos un fuerte toque de luz y en la parte inferior, un delicado reflejo del cuello blanco. El turbante que vemos no era un accesorio típico de las jóvenes holandesas del siglo XVII. Vermeer lo usó para convertir a su modelo en una figura exótica y oriental. Rembrandt también realizó varias obras de este tipo, que reciben el nombre de tronies. Dichas obras no pretendían plasmar de manera perfecta la semejanza de un individuo, por lo que no se pueden considerar retratos. Aunque se vea notablemente representada una persona real, un tronie era concebido como el estudio de un personaje tipo.
La joven de la perla no fue conocida hasta el 1881, cuando apareció en una subasta en Venduehuis der Notarissen, en La Haya. El coleccionista de arte A.A. des Tombe la compró por dos meros florines más la prima del comprador de 30 centavos. Después de su muerte el 16 de diciembre de 1902, se reveló que había legado doce pinturas al Mauritshuis, incluyendo La joven de la perla. Desde entonces se ha convertido una de las pinturas más queridas del mundo e incluso se la denomina la Mona Lisa holandesa.
Aquí puedes leer la historia detrás de otra pintura de Vermeer donde la protagonista también es una joven.
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