Hoy gracias al los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica os presentamos una de las obras más famosas del mundo. Además, al mismo tiempo, es la última obra maestra de su colección que os hemos estamos presentando durante nuestro mes especial en colaboración con el museo. Que lo disfrutes :) ¡Y feliz Halloween!
París, sábado, 13 de julio de 1793. A las 7:15 p.m., después de un breve altercado con la novia de la víctima, Simone Evrard, Marie-Anne Charlotte Corday fue admitida a la habitación de Jean-Paul Marat en el número 30 rue des Cordeliers. Poco antes, había comprado un gran cuchillo en una tienda cercana al Palais-Royal. Lo clavó hábilmente en el pecho del político y publicista, que en ese momento se encontraba en la bañera para aliviar el dolor que le causaba la enfermedad de su piel. La aristrocrática Charlotte Corday era una ferviente royalista de Caen a la que se le había metido en la cabeza librar al mundo del agitador Marat. La arrestraron inmediatamente después del asesinato y después de un juicio sumario, fue sentenciada a muerte y guillotinada. Desde septiembre de 1789, Marat había estado publicando el periódico "L'ami du peuple" y era muy popular. La política del periódico era dura y despiadada. Las oportunidades de propaganda política del asesinato no pasaron desapercibidas y la Convención Nacional pidió a Jacques-Louis David que inmortalizara a Marat en un lienzo. En aquel momento, David no solo era el artista francés más prominente, sino también un amigo personal muy cercano de Marat, un miembro del consejo revolucionario y el presidente del Club de los Jacobinos. Como miembros de la Convención, ambos hombres habían votado a favor de la pena de muerte del rey Luis XVI. De un artista neoclásico uno esperaría temas y escenas que se refirieran a la Antigüedad clásica y a las virtudas cívicas de la República Romana. No obstante, nada podría estar más lejos de la realidad en este caso particular. David situó un tema contemporáneo en un escenario contemporáneo. "Pensé que sería interesante mostrarlo como lo encontré, escribiendo para la felicidad y el bienestar de la gente", dijo David. Y mientras el héroe clásico se actualiza, no es trivializado. Por eso es por lo que David limitó el reconocimiento y la "tangibilidad" al mínimo del tema, Jean-Paul Marat, y lo que lo hacía un héroe. No hay salón, asesino o amigo (hombre o mujer) que sitúe el tema en la realidad cotidiana. No hay traje que feche la escena en el tiempo: Marat está desnudo. Solo unos cuantos fragmentos de su actividad revolucionaria (utensilios de escribir), altruismo y espíritu público (la carta), sufrimiento (el baño) y muerte heroica (el cuchillo manchado de sangra) se combinan para representar a Marat como el héroe generoso que desea sacrificar la vida para conseguir los ideales revolucionarios.
Texto: Frederik Leen © Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, Bruselas
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