Édouard Manet, uno de los primeros artistas del siglo XIX en pintar la vida moderna y una figura crucial en la transición del realismo al impresionismo, se enamoró de todo lo español. Su viaje a España en 1865 le permitió desarrollar su conocimiento de la obra de artistas españoles como El Greco, Goya y Velázquez para pintar escenas y personajes típicos de la cultura española.
En este retrato de un elegante joven majo español (un dandi español de clase baja), Manet representó a su hermano menor, Gustave. Está vestido con los mismos pantalones y el bolero que Manet utilizó para otra pintura, Victorine Meurent en traje de torero. Ambas obras fueron excluidas de la exposición de arte francés oficial más importante de la época, el Salón de 1863, pero obtuvieron reconocimiento en el llamado Salon des Refusés del mismo año. Aquella "exposición de rechazados" fue extremadamente importante para la emergente vanguardia pictórica: en ella se expusieron el ya clásico Almuerzo en la hierba de Manet y la Sinfonía en Blanco, n.º 1: La dama blanca de James McNeill Whistler. La atención de la crítica también legitimó la vanguardia emergente en la pintura.
El vibrante uso del color y las vigorosas pinceladas de Manet merecieron los elogios de muchos críticos. Sin embargo, algunos criticaron la falta de profundidad psicológica en la representación del majo y señalaron que el artista no le dedicaba más detalle al rostro y las manos que al atuendo.
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