El sol ardiente que se eleva sobre un archipiélago del sur de Noruega es uno de los motivos más famosos de Edvard Munch. La gran obra maestra que presentamos hoy domina el vasto espacio frontal del salón de actos de la Universidad de Oslo, acaparando la atención de los espectadores por su magnitud, absoluta frontalidad y poderosas ilustraciones.
Munch transformó el papel del sol en este mural de un mero elemento a una presencia abarcadora. Sus radiantes rayos iluminan las aguas del océano, las rocas desnudas de un paisaje nórdico y una delgada franja verde que separa la tierra del mar. Una línea de horizonte limpia y recta separa las aguas del cielo. El inmenso sol es la fuente de toda vida y lo penetra todo, brillando desde los cielos sobre la tierra y el mar, extendiéndo sus rayos hacia la eternidad.
P.D. A Edvard Munch le fascinaba la luz natural. Contempla sus pinturas de noches de verano noruegas.
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