El sol se pone lentamente, proyectando un cálido resplandor dorado sobre la hierba y las flores silvestres, iluminando los pálidos troncos de los eucaliptos blancos. Una pareja camina codo con codo entre las flores silvestres, descendiendo hacia el valle. Por encima de las colinas bajas, el cielo se tiñe de suaves tonos rosados, y casi podemos oír el canto de los pájaros en los altísimos eucaliptos blancos, posiblemente wandoos.
Esto es Una hora dorada, de Florence Fuller, un cuadro que capta la encantadora luz del crepúsculo. La escena está ambientada en la cordillera Darling de Australia Occidental, con John Winthrop Hackett, empresario, filántropo y propietario del periódico The West Australian, y su joven esposa, Deborah Vernon Hackett (de soltera Drake-Brockman). A pesar de la oposición familiar Deborah se casó con Hackett en 1905, a la edad de 18 años.
Fuller fue uno de los artistas más significativos de Australia Occidental durante el periodo de la Federación. Nacida en Port Elizabeth (Sudáfrica), se trasladó a Victoria de niña y estudió en la National Gallery School de Melbourne. Más tarde perfeccionó sus conocimientos en la Académie Julian de París, donde expuso en el Salón de París y en la Royal Academy. En 1904 se trasladó a Perth durante cuatro años, antes de pasar una última temporada en Inglaterra. Finalmente se instaló en Mosman, Nueva Gales del Sur, donde vivió hasta su fallecimiento en 1946.
P.D. La hora dorada es un momento breve e impresionante, lleno de luz radiante, colores intensos y sombras profundas. ¡Estos son algunos de nuestros cuadros favoritos de la hora dorada!
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