Vincent van Gogh pintó Olivar en la ciudad meridional francesa de Saint-Rémy tras ser ingresado en el hospital de Saint-Paul-de-Mausole. Cuando su salud se lo permitía, pintaba en los alrededores. Esta obra forma parte de una serie de 15 pinturas de olivares, en las que pretendía expresar los reconfortantes sentimientos de eternidad y conexión que experimentaba en la naturaleza. Para van Gogh, los árboles contenían "expresión y un alma, por así decirlo". Además, van Gogh, hijo de un pastor, identificaba los olivos con Getsemaní. En este jardín, al pie del Monte de los Olivos, Jesús se sintió abrumado por el dolor y el miedo la víspera de su crucifixión, pero también fue allí donde aceptó su destino. Según van Gogh, el olivo, que puede prosperar con altas temperaturas, sequía y viento, simbolizaba la resistencia a la adversidad de la vida.
Esta hermosa pintura forma parte de la exposición En busca de sentido del Museo Kröller-Müller de Otterlo, que se podrá visitar hasta el 11 de mayo de 2025. Helene Kröller-Müller fue una de las primeras mujeres europeas en reunir una importante colección de arte y se le considera una de las primeras coleccionistas en reconocer el genio de Vincent van Gogh. ¡No te lo pierdas!
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