Iris al amanecer

Maria Oakey Dewing pintó Iris al amanecer en el exuberante jardín de flores de su casa de New Hampshire, en Cornualles, donde ella y su esposo, el pintor Thomas Wilmer Dewing, desempeñaron un papel central en la vida artística y social de la colonia artística de Cornualles durante los veranos de 1885 a 1903. Entre sus obras más innovadoras se encontraban las naturalezas muertas al aire libre, e Iris al amanecer es uno de los pocos ejemplos que se conservan.

Esta pintura es característica de su enfoque, con la ausencia de la línea del horizonte y un punto de vista cercano, lo que crea una sensación de inmersión en una cama de flores poblada. La luz del amanecer, suave y sin sombras, comprime aún más el espacio y realza la atmósfera íntima de la composición. Dewing destaca la vitalidad de la planta y sus características pautas de crecimiento representando iris en distintas fases de floración dentro de su hábitat natural en lugar de en una disposición convencional de sobremesa.

Aunque se basa en la observación directa, la obra de Dewing refleja también la influencia de su anterior maestro, John La Farge, que infunde a sus composiciones florales una cualidad poética, casi etérea. A través de su matizada representación de la naturaleza, evoca temas más amplios, como el fugaz paso del tiempo y la promesa de renovación.

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